sábado, enero 13, 2007
Reconocer la aparición e intensidad de las emociones. Manejar las llamadas 7 fuentes de poder no violento, asimilado de la teoría del yoga Kundalini.
En la Educación Emocional, las siete fuentes son:
la pasión, el entusiasmo, el control, la empatía, la confianza, la tolerancia y la alegría.
En los ejercicios de práctica, veremos, cómo hacemos para que interaccionen éstas fuentes,
con otras aptitudes esenciales de la conciencia emocional.
b) Expresar nuestras intuiciones y convalidadarlas.
A menos que expresemos ( convalidar) nuestras intuiciones y las de los demás, nos quedaremos suponiendo las intenciones del otro y la desconfianza comenzará a invadirnos.
Este "Factor "D"(*), conduce inexorablemente a resentimientos no expresados que, sin duda, dañan nuestras relaciones con el entorno y son un veneno letal para toda relación.
¡Confíe! primero en Usted y en sus intuiciones y le aseguro que comenzará un proceso de autoconfianza tal, que redundará en un desarrollo de la confianza en los demás y de los demás hacia usted.
NUNCA PODRÁ DAR CONFIANZA QUIEN NO LA TIENE EN SÍ MISMO.
NO SE DA LO QUE NO SE TIENE
(*) Desconfianza
Admitir los errores, reparar el daño que hayamos causado. Tener siempre contactos positivos con la gente, con nuestros interlocutores siempre con una actitud mental acorde a la confianza que depositemos en nuestros actos.
Si realiza una práctica constante y consecuente de las aptitudes mencionadas,
Usted podrá:
- Vencer el miedo al fracaso
- Aumentar la confianza (autoconfianza principalmente).
- Maximizar la energía creativa.
- Aceptar la realidad .
- Convertir los problemas que surjan, en oportunidades.
- Evitar la alienación como solución
- Descubrirá "La Dirección Consciente de la Simpatía"
LA DROGADEPENDENCIA EN LA EMPRESA
Por: Carlos Guido Montini*
José miró su reloj. ¿Cómo era posible que recibiese 20 mensajes durante el transcurso del almuerzo y su sesión de gimnasia? Había estado fuera de la oficina por 1 hora y media.
Comenzó a leer los mensajes: obviedades, basura, cadenas, otras obviedades, avisos de reuniones inútiles, correo del colegio de los chicos para un reunión de padres, más basura, newsletter de los que no sabía cómo o cuándo, se había o lo habían suscripto. Finalmente hizo lo de costumbre, seleccionar todo y pulsó eliminar.
Miró por la ventana y sintió una mezcla rarísima de pérdida, tristeza, desasosiego y, una definitiva queja. Una queja profundísima y altamente contagiosa que se propagaba con la velocidad de un tornado en su cuerpo.
José, se decía a si mismo: “tengo 39 años, alcancé mi puesto de gerente a fuerza de abrirme paso entre la maraña de obstáculos que se pusieron y me pusieron en el camino. Pese a ello, no me gané el derecho de decir lo que auténticamente pienso de la empresa, de sus accionistas y de mis jefes.
Sigo haciendo las mismas cosas que siempre hice. Sólo que ahora las hago sin que me importen un rábano. Desearía que el mundo se partiese en dos.”
Abrió el cartapacio que estaba sobre su escritorio, sacó el “papelito”, se dirigió al baño, se sentó en el inodoro y aspiró profundamente. Un aire nuevo y blanco lo invadió. Con síntomas de alergia, salió del baño y brindando una mirada seráfica a sus colaboradores, acostumbrados ya a la escena repetida, se zambulló nuevamente en su ubi.
Sin lugar a dudas, que este relato puede sugerir una narración extraída de algún cuento o novela o bien una anécdota medianamente fantasiosa que quizás ocurrió u ocurre en algún lugar que no sea en SU empresa o puede que esté sucediendo en la oficina inmediata a la suya.
Pero, mal que nos pese, este relato es sumamente vivencial y afecta diariamente al 17% ** del personal de las empresas en este mundo holográfico.
(**) Fuente: CATO. Washington D.C. 2005.
Es decir que en una empresa de mediana envergadura, que ocupe aproximadamente a 200 personas, tendrá un universo de 34 personas enfermas por drogadependencia, por drogas de las llamadas intermedias y pesadas (canabis sativa (marihuana), cocaína, éxtasis o algún “cóctel” pernicioso)
A este record estadístico, no se le agregan, las otras adicciones sociales que, por más reconocidas (alcohol, tabaco, trabajo, bulimia, juego), no dejan de proveer a la tasa de morbilidad empresarial.
No deseo establecer un parámetro de enfermedad adictiva que redunda en la baja de productividad debido al ausentismo, provocado por el efecto de las adicciones. El abandono de puestos o licencias por “stress” se evidencia cada vez con más frecuencia. Porque cuando se habla de stress y su alta incidencia como enfermedad derivada de las presiones laborales, sociales y familiares; el tema es abordado, pero de soslayo, sin decir que, la válvula de escape, cada vez más frecuente, que muchos CEO´s, managers y personal operativo encuentran para la alienación, es el consumo de diversas drogas.
Más allá, de tratarse de situaciones que, como dije, trastornan la productividad, no quiero detenerme en ese aspecto de superficie. Eso sería trabajar sobre los efectos y, nuestra tarea profesional, analiza los efectos, pero siempre manejándonos sobre las causas.
La raíz de este trastorno tan difundido, de ésta enfermedad terriblemente paralizante, la hemos de hallar en el deterioro emocional de las personas, provocado por traumas de esa índole y sobre todo, debido a la mala o nula educación emocional que se recibe en las empresas que son – al menos hasta ahora - parte insustituible y esencial del tejido social y tienen mucho que ver en la calidad de vida de la población.
Es muy común observar cómo, las relaciones interpersonales del mundo del trabajo, están siendo afectadas cotidianamente y en forma altamente negativa por la inestabilidad emocional de las personas que deben interactuar en lo cotidiano en los ambientes laborales y que en muchos casos (14%), se busca rectificar los nocivos efectos de la inestabilidad, mediante la incorporación de sustancias al organismos para “ayudar” a superar el problema. Con ello se logra, una sumatoria de problemas: los derivados de la inestabilidad y descontrol emocional y los que acarrea la drogadependencia.
Las relaciones se hallan infectadas profundamente por la adicción, el descontrol emocional (muchas veces derivado de aquella) y por su antípoda -que es tan perjudicial como la falta de control- : el adormecimiento emocional.
Estos “ingredientes” adicionados, conllevan a un verdadero estado de constipación de los sentimientos, a una mezcla explosiva, que redunda en conflictos, roces permanentes, disolución de equipos de trabajo, erosión constante de las relaciones interpersonales, falta de solidaridad, violencia física y psicológica y un juego alienante de roles negativos.
EL TRIÁNGULO PERVERSO
Usted como yo, debe haber observado en más de una ocasión, como hay personas que no pueden – o mejor dicho – no quieren, abandonar el rol que les gusta jugar, aunque genuinamente no respondan a ese biotipo.
Así, en una organización, como también en una familia, nos topamos a diario con el irónico irredimible, que vive gastando sarcasmos a diestra y siniestra. Y eso le gusta, pues ese rol le permite sentirse poderoso ante quienes le huyen o lo eluden para no sufrir su agresión disfrazada de ironía.
Busquemos y encontraremos, al enojado constante, que repele personas como si fuese un frontón. Ese rol que decidió jugar también le agrada, ya que ello le significa no tener que comprometerse empáticamente con su entorno.
También encontramos a la vuelta de cada pasillo al angustiado escéptico que, más que dialogar con sus ocasionales compañeros de viaje, de almuerzo o de escritorio, los va infectando con su plañidera queja sobre la empresa, la familia, la política y el sinfuturo. Sus interlocutores, no son compañeros, son sus recipientes, en los cuales puede evacuar sus frustraciones y su angustia.
Es muy común que, en la sala de reuniones o en secciones vecinas, o en nuestro propio escritorio (mirándonos al espejo), nos hallemos al omnipotente, el héroe salvador de los problemas que se suscitan en la oficina. Es el clásico que toma a las personas como instrumentos de viento. “Pídanme que haga el trabajo, cualquier cosa que sea y lo haré. Resérvenme las tareas más duras. Envíenme a las alturas para armar y cerrar acuerdos. Úsenme para infundir energía al último grupo moribundo. Yo haré todo sin fracaso. Y lo haré a tiempo. Conseguiré mis objetivos y haré, que todos los de mi equipo lo consigan y si no lo alcanzan lo haré yo. Cualquier cosa que deba hacer, la haré.”
Éstas y otras muchas situaciones, forman los lados del triángulo conocido.
El lado de los SALVADORES
(Héroes, resultadistas a ultranza y omnipotentes).
El de los PERSEGUIDORES (irónicos y enojados) y
el de las VÍCTIMAS (escépticos, negativos y angustiados)
Lo que sí hemos de tener claro es que, cualquiera sea el rol que cada uno juegue, el mismo ha de ser el prístino reflejo de una actitud enfermiza, producto de una ignorancia supina, sobre el panorama emocional individual.
Quien no sabe qué emociones siente, difícilmente ha de poder tener una conducta empática para lograr saber qué siente el otro.
Estos desconocimientos, en muchos casos, conducen a la búsqueda afanosa de soluciones mágicas por el sentimiento de frustración que produce, no poder o no saber manejar situaciones interpersonales, dentro del nuevo paradigma emocional que se abre ante nosotros.
Las soluciones mágicas están cada vez más fácilmente al alcance de la mano de las personas. Son cada vez más toleradas con una aceptación tácita del entorno: “-¡Que haga su vida!; -¡Allá él!; -¡Que reviente!” Éstas y otras del mismo tono, son las expresiones de un ambiente individualista, egocentrista, de una supina pobreza espiritual, que representa la significación palmaria y evidente, de un ignaro analfabetismo emocional.
No se miden las consecuencias que ello acarrea para el desarrollo personal y consecuentemente, para la salud psicofísica de los miembros de una corporación como para la corporación misma.
En muchos casos, es más fácil negar, poner la basura bajo la alfombra o tender un manto cómplice, de piedad y silencio; que enfrentar la realidad y evitar que todos los enfermos sigan alternando de un vértice a otro, en el perverso carrusel del triángulo de roles.
EL EVALUADOR ALTERADO
Sólo le pido que sea un buen observador del entorno, o bien haga un sincero autoanálisis, para aceptar
-con apertura de corazón- lo que vamos a desarrollar en los siguientes parágrafos.
En más de una oportunidad, durante el desarrollo de nuestros seminarios, recibimos distintas formas de pedidos de ayuda para mejorar el clima laboral, a través de la implementación de técnicas basadas en nuestra expertisia sobre Educación Emocional Aplicada.
Cuando preguntamos a la persona o al grupo acerca de lo que cada uno supone u opina sobre la raíz del problema, en un 90% la respuesta es: “La comunicación, o bien, “superar la incomunicación” o en su defecto,” terminar con los dobles mensajes”.
Cuando se inicia el sondeo en la etapa diagnóstica, los resultados del muestreo parecería que se imbrican hacia el mismo punto, que resulta ser la actitud contradictoria de quienes aparentemente detentan el mayor peso de una red de comunicación interna responsable.
Analizando las razones del comportamiento ambivalente, hemos concluido que, para el 60% de los entrevistados, el conflicto es producto de preconceptos, de la falta de tolerancia y otras carencias emocionales como la ausencia de una escucha activa y déficit empático, todo acompañado por una carencia de equilibrio emocional que predispone al manager a comunicarse por extremos: excesivo laissez faire o en su defecto un rigor incomprensible para el entorno. Pero todo ello es completamente reencuadrable hacia los parámetros de la fluidez y el equilibrio mediante la apoyatura de la educación emocional.
El 10% de los entrevistados atribuye los conflictos del clima laboral, a malentendidos entre los colaboradores y su manager, debido a formas piramidales de administración paternalista en la que se confunde comunicación con simple información o bajadas de línea. Como asimismo se confunde, trabajo grupal con trabajo en equipo.
Ante esta alternativa, el conflicto es fácilmente desactivado -si existe voluntad de las partes para superarlo- a través del coaching emocional.
El problema se suscita en el 30% de los entrevistados, pues el conflicto en la construcción de un clima laboral maduro y emocionalmente cultivado, registra su génesis en el desequilibrio y descontrol emocional de los protagonistas que deben interactuar, debido fundamentalmente en los cambios sorpresivos del carácter del o los manager. Expresan que, muchas veces, se tornan agresivos y generan un alto índice de resentimiento entre los interactuantes.
Los roces y rispideces en el trato, se ven muchas veces acompañados de recriminaciones, amenazas y a veces un trato duro y hasta cruel en lo psicológico.
Trátase de gerentes o directivos con alto grado de inclinación a resultados, con una elevada presión laboral y social. Generalmente presentan un cuadro familiar deteriorado y registran una manifiesta conducta adictiva para sobrellevar la carga y descomprimir las presiones.
Todo ello, produce que – al estar jugando roles en el triángulo perverso- se pase de salvador a perseguidor y de perseguidor a víctima en una ruleta alienante que desorienta y colapsa todo proceso interactivo de comunicación o relación.
En este marco el manager denota un liderazgo esquizofrénico y la evaluación del clima laboral, como la evaluación de desempeño registra desviaciones muy pronunciadas que, sin duda, serán muy poco confiables.
Dado este escenario situacional, las conductas más difundidas en el entorno laboral son actitudes negativas, mentira, intrigas y un permanente estado de incertidumbre y desorientación, asentada en el desmanejo de la ansiedad, que concluye por aniquilar cualquier intento de cohesionar a las personas para desarrollar eficientes y comprometidos equipos de trabajo.
Este cuadro verdaderamente incómodo y molesto tiene su origen en una enfermedad social grave, recurrente, crónica y difundida cada vez más, la drogadependencia, que desde hace mucho tiempo esta instalada en el mundo del trabajo, tanto en los niveles altos y medios, como – en menor medida- en los sectores operacionales de las empresas.
EL ATAQUE A LA REALIDAD
Cuando alguien se enfrenta a la realidad que le toca vivir y le opone a ella su realidad deseada, lo único que logra es SUFRIR.
Si hemos perdido un ser amado, la primitiva contestación hacia el mundo generalmente es: -¡No puede ser! -¡Es imposible! -¡No le puede pasar esto!
Y tantas otras expresiones con las que se pretende cambiar la realidad real por la deseada.
Esto es – quizás – lo que le sucedió a José, el personaje del inicio de este relato.
Y también lo que le sucede a tantos Josés que pululan por los altos andariveles de las organizaciones.
En su empresa también, apreciado amigo. No es para espantarse.
Las enfermedades son para tratarlas, para contener al enfermo y buscarle salidas genuinas y no espúreas o ilusorias para alcanzar un mediano bienestar.
Quizás en las épocas de oro, de una situación económica que se ajustaba a pedir de boca de algunos rubros, José tuvo algunos éxitos.
Y ¿Qué es lo duro de conseguir éxitos?
Si una persona no es cuidadosa con el éxito, puede arruinar su propio juicio.
Los seres emocionalmente inteligentes, superan rápidamente los fracasos Los ignorantes emocionales no se recuperan nunca de un éxito.
Poco a poco, José perdió su conexión emocional con todo lo que no se relacionase con el trabajo y paralelamente – casi una paradoja – su rendimiento laboral decayó, producto del adormecimiento emocional, que lo fue alejando de los afectos, de la importancia de lo cotidiano, de las aptitudes emocionales positivas, como la solidaridad, la empatía, la tolerancia y la aceptación de los demás.
José y cualquier otro José que transite esta senda peligrosa y posiblemente fatal, necesita reconectarse emocionalmente en el campo de la realidad. Primero ha de establecerlo con él mismo y gradualmente con los afectos que interactúan con él: familia, amigos, colaboradores, colegas.
Si la actitud es de negación:”No me comprenden, no puedo cambiar mi vida”, José seguirá sufriendo.
El paliativo mágico para el sufrimiento, lo ha de buscar y supondrá que lo encontró, en el “papelito”. La droga que lo irá alejando cada vez más de la realidad real y lo va acercando a SU realidad, cada vez más enferma y cada vez más distorsionada.
El proceso de alienación que sufre el adicto hace que busque la salida, hacia fuera – tal como lo indica el paradigma clásico lógico-racional-.
Pero, para alcanzar los mejores resultados, para comenzar el camino del cambio de mirada que ayuda a superar los escollos y fortalece el plexo emocional; el proceso tiene que ser necesariamente inverso:
SE DEBE SALIR PARA ADENTRO
José, podrá salir de ese pozo de angustia en el que está depresivamente sumergiéndose día a día.
Usted preguntará: ¿Cuál es el cómo?
Aunque parezca una paradoja, sobre todo en el mundo de los medicamentos y laboratorios...
NO HAY RECETAS
Así es, no existe para ello ninguna receta preconcebida ni magistral, solamente hay que practicar un conjunto de habilidades y técnicas en el campo de la Educación Emocional, que ayudarán a superar, no solo las adicciones, sino que atacarán las causas que llevan a ellas.
José – como cualquier otro José que usted sin dudas conoce- deberá prestar atención a cosas que antes dejó de lado.
Habrá que trabajar sobre el desarrollo del hemisferio derecho de su cerebro y dentro del cuadrante respectivo para desarrollar o despertar sus aptitudes emocionales.
José le ha brindado a su familia – sin duda- un bienestar material que, difícilmente, será reconocido. Pero no fue capaz de brindarle y obsequiarles el caudal emocional y espiritual que es el cimiento de lo perdurable en las relaciones interpersonales.
Él es inteligente y deberá explorar otros costados de su vida para alcanzar una salud mental acorde.
Tendrá que ser abierto intelectual y emocionalmente, ha de desarrollar buenas comunicaciones humanas y examinar su panorama emocional -que es único e irrepetible (por eso no hay recetas) - en forma cultivada y sistemáticamente.
Es un reto para él, lo asaltará el miedo o se tentará por sentirse víctima y perder más su autoestima.
Sólo practicando las aptitudes emocionales adecuadas, en el mediano y largo plazo, y en forma continua; sin duda que ha de valer la pena, el esfuerzo que realice.
Su decisión, por cambiar la mirada sobre su vida, no tendrá que ser sólo una expresión de deseo.
Lo tendrá que aprender haciendo, en una práctica constante y jugándose cotidianamente por alcanzar la mejora del día, como escalón de soporte de la mejora de mañana y así, sucesivamente y sin solución de continuidad.
Esa es la llave de oro, la clave que lo acercará al éxito en su opción.
No se imita a Julio César vistiéndose a la romana, sino ganando batallas y hasta muriendo trágicamente.
Este es el desafío al que nos debemos obligar, cuando se toma conciencia que, la drogadependencia existe. Sabiendo que no está en el lumpen solamente. Está allí nomás, a la vuelta de su escritorio.
Alguien, aún desde un sitio más elevado al suyo, puede estar pidiéndole ayuda.
(*) Consultor de Empresas. Analista Organizacional. Terapeuta Emocional. Creador del sistema PECE de medición del Cociente Emocional. Autor de cursos y seminarios sobre Management, Comunicación, Educación Emocional y Equipos de Alto rendimiento. Ensayista e investigador. Docente Universitario. MRC en Negociaciones y Resolución de Conflictos. Dicta seminarios, cursos y entrenamientos en el país y en el extranjero.
E-mail: carlosguidom@fibertel.com.ar